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Más allá de la apariencia

Apurados por llegar no gozamos el paisaje en plenitud. No siempre la grandiosidad de la creación natural se manifiesta en las montañas, en las costas del mar, en los torrentosos ríos o en los bosques de otoño.
Recorriendo la llanura pampeana a través de una monótona ruta que se pierde en el horizonte, apurados por llegar, a veces no nos permitimos mirar más allá de la apariencia.

Cuando los primeros conquistadores llegaron a la región, la inmensidad de la llanura, la ausencia de árboles y el cielo de un intenso azul los impactaron profundamente. El interior de esa llanura, "el desierto", fue, por siglos, el escenario desconocido donde la fantasía ubicaba fabulosas ciudades de oro y plata. Sólo el indio pampa y el gaucho lo cruzaban.

La sensación de infinito y misterio que la envolvía se fue adentrando lentamente en el espíritu de los hombres que buscaban descubrirla. Después llegaron los colonos, aquellos gringos que transformaron la llanura. Crecieron los montes, se sembró el campo, se introdujeron cabezas de ganado y la inmensidad se convirtió en el pilar económico del joven país, al finalizar el siglo XIX.

Cuando realicen un viaje por la llanura pampeana y los sorprenda el atardecer, olvídense por algunos minutos de la agitada vida moderna que no les permite disfrutar el paisaje en plenitud, deténganse al costado del camino cuando el sol se pone en el horizonte tiñendo de colores cálidos las nubes y disfruten el paisaje que los rodea. Notaran que a esa hora la brisa se detiene y sólo se siente -más que escucharse- el palpitar de la naturaleza que se adormece.

Poco a poco la oscuridad reemplazará los colores y los grillos saldrán a escena. Entonces será el momento de continuar el viaje.

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