Buenos Aires es una ciudad de cuento (y de novela). A 40 años de la muerte de Julio Cortázar y a 110 de su nacimiento recorremos las calles porteñas tras las huellas del escritor, que nació en Bruselas (Bélgica) y vivió en la Provincia de Buenos Aires y en París, donde murió el 12 de febrero de 1984.
Cortázar en Buenos Aires-Buenos Aires en Cortázar
Recorremos Buenos Aires, tras las huellas de Julio Cortázar descubriendo su barrio, los escenarios de sus cuentos, la Plaza de Mayo, el Teatro Colón y la Galería Güemes.
Julio Cortázar y disfrutó de Buenos Aires durante la decáda del '30 y la de 1940. La ciudad lo vio partir en 1951 para establecerse en París pero sin embargo, también lo vio volver varias veces convirtiendo a sus calles en privilegiadas testigos del cariño que sus lectores le profesaron en cada esquina.
El recorrido puede comenzar en las laberínticas calles de Agronomía donde se encuentra un pequeño oasis citadino: el Barrio Rawson, un complejo habitacional que fue construido durante a finales de la década de 1930.
En el 3246 de la calle Artigas vivió la familia Cortázar recién llegada de Banfield –donde María Emilia Descotte, junto a sus dos hijos María Ofelia y Julio Florencio se habían instalado después de vivir en Banfield y apenas llegaron de Europa, a comienzos de la década de 1920.
Los viajes en tranvía y en subte desde y hacia el centro de la ciudad, las veredas del barrio, la casa y su biblioteca, así como las pandillas de gatos que custodian los jardines del Rawson son moneda corriente en cuentos, poemas y cartas que conforman la obra del escritor con cara de niño eterno que nació en 1914 y vivió la mitad de su vida en París.
La Provincia de Buenos Aires en la vida y obra de Cortázar
Tanto en Banfield como en Bolívar y en Chivilcoy son tres ciudades de la Provincia de Buenos Aires, en las se pueden seguir los pasos del escritor que habitó durante su infancia en un chalet que ya no existe en la calle Rodríguez Peña al 500 ( Banfield) .
Además, el enormísimo Cronopio ejerció como docente en Bolívar y Chivilcoy, ciudades del interior de la Provincia donde también hay itinerarios para vincular su vida y su obra. Casas, escuelas, bares y algunos espacios públicos llevan su nombre o recuerdan el paso de Julio Cortázar en los años 40.
En Banfield, la casa de Cortázar ya no está en pie, solo hay algunos carteles que señalan donde estuvo el chalet y hay varios homenajes entre murales, escuelas y esculturas que recuerdan el barrio y la casa que lo inspiró para escribir por ejemplo, los Venenos.
Buenos Aires, Cortázar y la música en el Teatro Colón
"En la época en que yo iba casi diariamente a los conciertos en Buenos Aires (y de uno de ellos salió el cuento, escrito casi de inmediato) me impresionaba una extraña sensación de amenaza que me parecía advertir en el histérico entusiasmo del público", confesó el escritor.
En 1941 el director Arturo Toscanini ofreció una serie de celebrados concierto en el Teatro Colón de Buenos Aires. Desde las butacas más económicas, el joven Julio Cortázar se sintió interpelado por la euforia que generó en el público la performance del director. Inmediatamente después del concierto bocetó el inicio de su cuento “Las ménades” del libro Final del Juego (1956).
El centro de Buenos Aires en la obra de Cortázar
Palermo, El Puerto, San Telmo y la avenida Corrientes es escenario de otros textos del Enormísimo Cronopio y camino natural hacia el Luna Park, lugar clave en la historia de Cortázar y Buenos Aires. Su afición al boxeo convertía las noches de sábado en un camino de ida y de vuelta entre el Luna, las librerias de viejo y los cafés porteños.
La esquina de Corrientes y San Martín es otro de los lugares clave en el recorrido en Buenos Aires, allí en el histórico bar La Fragata sitúa parte de su inolvidable "Diario para un cuento".
Si seguimos avanzando por San Martín apreciaremos algunas instantáneas que forman parte de Buenos Aires-Buenos Aires, un libro homenaje a la ciudad que es fruto de la colaboración entre Julio Cortázar y Sara Facio.
Julio Cortázar: un puente entre Buenos Aires y París
Una constante en la obra cortazariana es la aparición de ciertos espacios que él mismo calificó como “míticos”. De este modo, los puentes, el subterráneo y los pasajes o galerías conforman la trilogía fundacional de esos lugares donde el tiempo se suspende y cobra otra dimensión.
Basta con revisar “El otro cielo” del libro “Todos los fuegos, el fuego” (1966) para advertir de qué modo fantástico el protagonista ingresa en el pasaje de la Galería Güemes de Buenos Aires y sale en la Galería Vivienne de París.
Plaza de Mayo: ícono turístico, político y cultural de Buenos Aires
Plaza de Mayo es protagonista y testigo de varios textos cortazarianos y aunque se trate del mismo lugar, en cada uno de ellos se advierte una atmósfera distinta. En Buenos Aires, Buenos Aires un libro de fotos de Sara Facio y Alicia D' Amico con textos de Cortázar, las calles del centro, San Telmo y el Puerto también son protagonistas en una Buenos Aires única e inolvidable.
El cuento “Después del almuerzo” (Final del Juego”, segunda edición 1964) ofrece una mirada diferente del mismo escenario: “A mí me gusta mucho la Plaza de Mayo, cuando me hablan del centro pienso en seguida en la Plaza de Mayo. Me gusta por las palomas, por la Casa de Gobierno y porque trae tantos recuerdos de historia...”.
"Por eso pensé que lo mejor era llevarlo a la Plaza de Mayo, lejos de los autos y los colectivos, y sentarnos un rato ahí hasta que fuera hora de ir volviendo a casa”...
Cafés de Buenos Aires: protagonistas de la historia ciudad
En la intersección de Perú y Avenida de Mayo se encuentra la famosa confitería London City que, además de ser uno de los bares notables, lo frecuentaba el propio Cortázar y es escenario del comienzo de su segunda novela: “Los Premios” (1960).
“Era en el London de Perú y Avenida; eran las cinco y diez. ¿La marquesa salió a las cinco? Actualmente la confitería resguarda una interesante colección de fotografías, además de memorabilia relacionada con la vida y la obra del autor. Vale la pena sentarse en algunas de sus mesitas para ser testigo del pulso diario de la Avenida de Mayo, abrir un libro y comenzar a viajar.
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