PALACIO Y ABADIA DE WESTMINSTER
El Parlamento inglés, junto con la Abadía y el legendario Big Ben, conforman un complejo arquitectónico asombroso. El impacto de la primera mirada quedará para siempre grabado en la memoria del viajero.
El Parlamento inglés, junto con la Abadía y el legendario Big Ben, conforman un complejo arquitectónico asombroso. El impacto de la primera mirada quedará para siempre grabado en la memoria del viajero.
El Palacio, de estilo neogótico, tiene más de mil habitaciones, siendo las más importantes los Salones de la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Además posee varias torres, siendo la más alta la Victoria Tower, de 98,5 m. Otra de ellas es la Elizabeth Tower, de 96 m., conocida tradicionalmente como Big Ben, en la que se encuentra el famoso Gran Reloj de Westminster, con una cara para cada una de las cuatro caras de la torre y cinco campanas que repican cada cuarto de hora.
Al lado del palacio se encuentra la Abadía de Westminster, iglesia gótica anglicana del tamaño de una catedral –y uno de los mejores ejemplos de la arquitectura medieval inglesa–, sitio tradicional para las coronaciones y entierros de los monarcas ingleses. Además cuenta con sepulcros de otros miembros de la familia real, aristócratas y personalidades ilustres como William Shakespeare.
El Tower Bridge es, sin duda, uno de los puentes más bellos del mundo. Cuenta con 244 m. de extensión y dos torres de 65 m. separadas por 61 m., espacio donde están las levas que se elevan para permitir el tráfico fluvial. Al cruzarlo por los senderos para peatones es posible apreciar la magnificencia de esta icónica construcción, además de disfrutar de estupendas vistas de la ciudad. Una vez del otro lado, el visitante queda sorprendido ante la Torre de Londres, que aunque no se usa como tal –el último rey que residió allí fue Jacobo I, que murió en 1625– es oficialmente el Palacio Real y Fortaleza de su Majestad. Este histórico castillo se fundó hacia 1066 como parte de la conquista normanda de Inglaterra y hoy puede ser visitado por el público. Se trata de un complejo de varios edificios situado dentro de dos anillos concéntricos de muros defensivos y un foso. En su interior es posible apreciar las Joyas de la Corona Británica y una colección de armaduras reales.
Adquirido por el rey Jorge III en 1762 para ser utilizado como residencia privada, ha sido ampliado y remodelado en varias ocasiones. En sus orígenes el palacio contaba con un estilo georgiano conformado por brillantes incrustados con lapislázuli azul y rosa. Más tarde, Eduardo VII modificó esa fisonomía otorgándole un estilo Belle Époque en tonalidades dorado y crema.
El gran edificio puede ser visitado sólo durante ocho semanas al año, entre agosto y septiembre; una de las modalidades de entrada permite conocer los Salones de Estado y otra incluye además las cocheras reales y la Galería de la Reina. También hay magníficos jardines y un lago artificial.
Construida entre 1676 y 1710 sobre las ruinas de la antigua y más pequeña catedral medieval quemada por el gran incendio que azotó Londres en 1666, es una de las pocas edificaciones de la zona que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Al ingresar (hay que pagar € 14) uno se queda con la boca abierta por las dimensiones de este templo, cuya colosal cúpula es la más grande del mundo después de la de la basílica de San Pedro en Roma. Aquí tuvieron lugar relevantes eventos como la boda real del príncipe Carlos con la princesa Diana y los funerales de héroes nacionales como Winston Churchill y Lord Nelson. Vale la pena subir los 530 escalones que dan a la cúpula, ya que desde su “terraza” es posible contemplar una magnífica vista panorámica de la ciudad.
Podría decirse que este espacio público, formado por la intersección de varias calles en el distrito de Westminster, es el corazón neurálgico de la urbe. Punto de encuentro de turistas de todo el mundo y de habitantes locales, permanece lleno a lo largo de todo el día y es ideal para descansar de las caminatas y hasta conocer gente de todas las latitudes.
Se caracteriza por una gran fuente, que sirve como punto de concentración y encuentro, y los enormes carteles de neón y pantallas LED de los alrededores, donde también hay destacados edificios como el London Pavilion y el Criterion Theatre.
Asimismo, está rodeado de numerosas y atractivas tiendas, clubes nocturnos y bares. A unos pocos pasos se encuentra el famoso barrio del Soho.
Es una plaza erigida para conmemorar la Batalla de Trafalgar, en la que la armada británica venció a las de Francia y España frente a las costas de Cádiz. De ahí que en el centro se encuentre la columna de Nelson, en homenaje al almirante Horatio Nelson, quien estuvo al frente de aquella contienda en la que perdió la vida.
La estructura está rodeada por dos fuentes y cuatro enormes leones de bronce. Este es otro punto de reunión o confluencia de turistas y también de londinenses. Hacia el extremo sur está la National Gallery –de entrada gratuita–, en la cual se exhiben 2.300 pinturas europeas desde el Renacimiento hasta el Postimpresionismo. Entre ellas sobresale un ejemplar de la serie Los Girasoles, de Van Gogh.
Comenzó en 1660 como un gran mercado de flores, frutas y verduras, y a principios del siglo XIX cambió de fisonomía con la construcción de tres pabellones cubiertos, que pasaron a albergar los puestos. Posteriormente, en 1974, fue transformado en una superficie comercial que se ha mantenido hasta nuestros días, atrayendo con su aire bohemio y acogedor tanto a turistas como a locales. Se trata de un barrio muy especial, donde abundan los locales de moda combinados con los puestos de maestros artesanos y numerosos cafés. En sus inmediaciones se puede optar por conocer el Museo de los Transportes de Londres o acudir a una de las funciones de la Royal Opera House.
Tan grande y colorido como inabarcable, este desmedido mercado callejero formado por puestos, tiendas y numerosos edificios antiguos es un paraíso para los amantes de la ropa extravagante o de segunda mano, donde también es posible adquirir viejas ediciones de discos de vinilo en perfecto estado a precios muy accesibles. Durante el recorrido se pueden alternar las compras con un almuerzo de cara al Regents Canal, un canal de calmas aguas cuyas orillas son ideales para la pausa. En cuanto a la comida, hay para elegir menúes de todas las gastronomías del mundo; literalmente. La cantidad de puestos, platos, olores y colores es asombrosa.
Es una de las grandes atracciones de Londres de los últimos tiempos. Inaugurada en 2000, la también llamada Rueda del Milenio mide 135 m, y dispone de 32 cabinas de cristal, en cada una de las cuales caben 25 personas. Esta destacada obra de ingeniería gira a lenta velocidad, permitiendo durante 30 minutos contemplar maravillosas vistas de la metrópoli y sus alrededores.
La legendaria calle que los Beatles inmortalizaron en la tapa del disco homónimo es una atracción ineludible de la ciudad. La famosa senda peatonal se llena de turistas durante todo el día que se sacan la obligada foto en el histórico sitio. A pocos metros están los legendarios estudios del mismo nombre, que si bien no pueden ser visitados, permiten también tomarse una foto y hasta tener la suerte de ver a algún músico de renombre que llega para grabar.
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