En el extremo oriental de Colombia, Guainía resguarda uno de los secretos más impresionantes de la Amazonía: los Cerros de Mavicure. Este trío de formaciones rocosas, ubicadas a orillas del río Inírida, no solo ofrecen un desafío físico, sino también una conexión profunda con la naturaleza y las raíces ancestrales de las comunidades indígenas que habitan la región.
Comenzando la aventura en la selva de la Amazonía
La travesía comienza antes de que el sol se asome en el horizonte. A las 5 a.m., subimos a una lancha desde el resguardo de la Comunidad del Venado, que nos llevaría hasta la base de los cerros. El aire fresco del amanecer y la brisa del río nos acompañaban en silencio mientras las imponentes formaciones de Mavicure se dibujaban al salir la luz.
Nuestro guía, Camilo, nos contó algunas historias locales mientras el bote avanzaba suavemente sobre el agua. Según él, estos cerros no solo son antiguos, sino sagrados para las comunidades indígenas. Se cree que son el hogar de espíritus ancestrales y que albergan un poder especial. Con esa historia en mente, nos preparamos para enfrentar el reto que nos esperaba.
El ascenso: desafiando uno de los gigantes de Guainía
Al llegar a la base de los cerros, el verdadero desafío comenzó. La subida, dividida en tres etapas, pone a prueba tanto la resistencia física como la mental. Los primeros veinte minutos de ascenso se sintieron como una eternidad: el terreno irregular y la pendiente empinada dificultaban el avance. A medida que las piernas empezaban a pesar, el entusiasmo inicial se convertía en determinación pura.
Sin embargo, algo en el ambiente nos impulsaba a seguir. La vegetación densa de la selva amazónica, el canto de las aves y el viento entre las ramas se convirtieron en nuestro aliento. Al llegar al primer punto de descanso, el amanecer se desplegaba ante nuestros ojos, iluminando el paisaje exuberante. Fue un recordatorio del inmenso poder de la naturaleza.
La cima: asombro y conexión con la Amazonía
El ascenso se vuelve más despejado conforme uno avanza. La densa vegetación de la base comienza a desaparecer, revelando poco a poco las vistas panorámicas que nos esperaban en la cima. Cuando finalmente llegamos a lo más alto del Cerro de Mavicure, el cansancio se desvaneció por completo, sustituido por una sensación de asombro indescriptible.
Desde la cima, la selva amazónica se extendía como un mar verde infinito, y el río Inírida, que desde abajo parecía imponente, se convertía en una fina serpiente plateada que cruzaba el paisaje. Sentado en una roca caliente por el sol, respiré hondo y cerré los ojos. El silencio reinaba, roto solo por el viento y el eco de las aves en la distancia. En ese instante, el mundo parecía detenerse.
Los guías locales nos reunieron para compartir más sobre la conexión espiritual que las comunidades indígenas tienen con los cerros. Para ellos, este lugar es un espacio sagrado, donde se sienten más cerca de sus ancestros. Subir a los Cerros de Mavicure no es solo una experiencia física, es un encuentro con el alma de la tierra y sus guardianes ancestrales.
El descenso: un desafío con sabor a victoria
La bajada no fue menos desafiante que la subida. Las piernas temblaban con cada paso, y el temor de resbalar sobre las rocas lisas nos obligaba a ir con cautela. A pesar de ello, cada paso hacia abajo se sentía como una pequeña victoria. El haber conquistado la altura, enfrentado la naturaleza y superado el cansancio nos llenaba de satisfacción.
De regreso en la base, observé los cerros con una mezcla de respeto y gratitud. Habíamos compartido algo más que una simple excursión. Habíamos conectado con la tierra, con la inmensidad de la selva, y con una parte de la historia de este territorio.
La magia de los Cerros de Mavicure
Los Cerros de Mavicure no son solo una formación geológica impresionante, son un reto para el cuerpo y un regalo para el alma. Ascender hasta su cima deja una huella imborrable, no solo por la exigencia física, sino por la belleza que se revela ante tus ojos. Desde lo alto, la selva y el río Inírida nos recuerdan lo pequeños que somos frente a la grandeza de la naturaleza, pero también lo capaces que somos de enfrentarnos a ella.
Esa noche, de vuelta en la Comunidad del Venado, bajo un cielo lleno de estrellas, sentí una mezcla de agotamiento y satisfacción. Los cerros, ahora sombras oscuras en la distancia, parecían despedirnos, como si nos permitieran llevarnos un pedacito de su esencia. Visitar los Cerros de Mavicure es una experiencia que va más allá de la aventura, es un viaje hacia el corazón de la Amazonia, donde el esfuerzo es recompensado con la inmensidad y la magia de la naturaleza en su estado más puro.
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