Es un fenómeno poco frecuente y de una belleza única: ver florecer el desierto de Atacama, el más árido del mundo. Se trata de un regalo de la naturaleza que ocurre con mayor intensidad cada cinco a 10 años aproximadamente, aunque puede variar de acuerdo con las condiciones climáticas anuales. Este fenómeno está asociado a la corriente del Niño, cuando se acercan aguas tropicales cálidas a estas costas, generando una mayor evaporación, y por tanto, también altas precipitaciones. El lugar está al norte de Chile.
En la región se pueden apreciar más de 200 especies vegetales, algunas de ellas nativas, que aparecen con mayor fuerza entre los meses de agosto y noviembre. El colorido milagro de Atacama que trae consigo la aparición de exóticos insectos y activa fauna endémica, abarca desde Vallenar hacia el norte y a orillas de la ruta costera. El Parque Nacional Llanos de Challe deslumbra con su llamativa flora, como la “garra de león”, y maravilla con inolvidables atardeceres desde sus senderos y miradores. Los cerros y dunas de arena bañados por flores son un espectáculo tan sobrecogedor y raro de ver, que cada vez más se transforman en un atractivo turístico por sí solo en la región.
¿Dónde ver el desierto con flores?
- Ruta Copiapó-Vallenar: es una zona de llanos extensos donde se logra apreciar el paisaje típico del desierto de Atacama. Aridez y praderas son parte del lugar, donde en ciertos períodos se producen nieblas matinales llamadas “camanchacas”, que ayudan a que la zona se mantenga florecida después de intensas precipitaciones. El recorrido de la ruta que une Copiapó y Vallenar permite observar los extensos mantos de verdor localizados en las grandes praderas de los costados oriente y poniente de la carretera, así como en las quebradas circundantes. Imperdible es una visita a localidades de la Quebrada de los Sapos y Chehueque, donde el colorido del desierto florido se aprecia en todo su esplendor.
- Llanos de colores en Atacama: desde la cuesta Pajonales, quebrada El León de Caldera, Copiapó y Chañaral se pueden contemplar los amplios sectores del desierto y faldeos de cerros decorados por las flores “patas de guanaco” color fucsia y “suspiros de campos” lilos-celestes, que conviven con coronillas fraile y cartuchos de terciopelo. Una alfombra de colores que se transforma en hábitat natural para insectos, aves y reptiles generando una explosión de vida armoniosa, en el corazón del desierto de Atacama.
- Parque Nacional Llanos de Challe Florido: ubicado 90 km. al noroeste de Vallenar, el parque llama la atención por su gran biodiversidad, ya que el 90% de su flora es propia de Chile. El desierto vivo en este sector se acompaña por guanacos, zorros chillas, zorros culpeo y aves que se apropian de este espectáculo único en Latinoamérica. A los turistas que deseen vivir una experiencia aún más cercana a la naturaleza, se puede recomendar recorrer los 2,5 km. de extensión de los senderos interpretativos del parque para apreciar la magnitud de los mantos de colores que cubren el desierto del norte de Chile.
- Parque Nacional Pan de Azúcar Florido: este lugar que se destaca por la protección de las especies de fauna como el guanaco, pingüino de Humboldt y el pato yunco. En lo que a flora se refiere, se encuentran variadas especies de cactus como la copiapoa. Los sitios de mayor belleza escénica corresponden a Las Lomitas, Mirador Pan de Azúcar (los cuales cuentan con senderos de excursión para su mejor apreciación), Playa Blanca, Playa Los Piqueros y la Isla Pan de Azúcar. El fenómeno del desierto florido se observa en su plenitud en los zonas “Sendero Quebrada Castillo” y “Mirador Accesible” al interior del Parque Nacional. Un imperdible donde se recomienda para prácticas de fototurismo y observación de especies.
- Ruta Costera del Desierto Vivo: flores como huilles y añañucas, o las maravillosas mariposas de campo, malvillas y garras de león, son algunas de las flores que se pueden ver en este sector del norte de Chile. En la costa atacameña se descubren localidades como Totoral, Travesía, Carrizal Bajo y Piedras Pintadas en Freirina, hasta llegar al Puerto de Huasco donde se mezclan la brisa marina con el paisaje multicolor de los lirios amarillos, senecios y orejas de zorros. Pequeños poblados donde destaca la amabilidad de su gente, lo agreste de las dunas y el sobrecogedor paisaje de las flores, se transforman en una aventura que seduce a nivel mundial.
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